domingo, 30 de enero de 2011

EN LA ESTACIÓN

Con que quiere la verdad. Mmm, verdades, ¿es eso lo que en verdad citas en todos los lugares?. Nada es tan absurdo como escuchar algo, ver al que está a tu lado, menear la cabeza como por haberlo imaginado, y descubrir que era solamente el susurro del aire jugando por ahí, persiguiéndote hasta encontrarte y sin parar para por fin poder dedicarte un murmullo enternecedor y sacarte del ensueño de león.
Qué más da, si creer es un delito lo confieso, soy culpable, espero que no sea un cargo tan grande como para pasar eternas horas frente al televisor sin ver absolutamente nada por estar tratando de decifrar pensamientos. ¿o no?, ¿será peor?, ¿tendrá mayor condena?. Ojala que no, porque no quiero pasar un buen tiempo rompiendo papeles, borrando recuerdos y desechando sentimientos.-no no creo- a lo mejor lo único que tendré que pagar serán por un par de sueños rotos, no es mayor cosa. Pero, ¿qué tal si la ilusión es tal que termino sentada en un rincón esperando ser llamada, escuchada, o simplemente tomada en cuenta?. ¿seguiría siendo igual de interesante?. ¡Diablos!, tengo derecho a un abogado -¡no, corazón, no eres tú...hace tiempo que ya estás despedido!- ¿que tengo derecho a permanecer en silencio?, ¡creo que debió haber empezado por eso, señor alguacil!. Ah, claro, ahora todo lo que diga puede ser utilizado en mi contra, ¡genial!, con que acomodando todo a su favor. ¡SÍ, sí, quiero hacer esa condenada llamada! - Maldita sea, creo que debía haberla utilizado hace tiempo, depronto razón me hubiera advertido-.

martes, 18 de enero de 2011

Adiós cariño, adiós corazón.

Una oscura noche únicamente iluminada por las siempre sonrientes estrellas, Dreiden jugaba con su mente inmerso en su propia y maléfica oscuridad. No era que quisiera pasar inadvertido todo se debía en su mayoría a que su naturaleza no lo dejaba ser, pero no sabía qué más podría lograr mirando al techo de su habitación y torturándose a sí mismo con el borrado y vuelto a escribir recuerdo, una y otra vez, jurando que al siguiente día lo dejaría ir por fin, pero teniendo siempre presente que era lo último que le quedaba de ese tan maravilloso ser.

Las nubes ahora corrían como cómplices en una tortura previamente planificada, dejando ver a su paso aquella Luna que tanto la recordaba. Al parecer se equivocaba, esos bellos rayos, en pleno resplandor, que no se podían tapar con un pulgar y mucho menos al cerrar los ojos, pero que tenían ese tacto cálido de la única luz para aquel ser un tanto desalmado que se hacía llamar yo interior, sí la hacía presente una y otra vez. Adoraba las noches como esas, adoraba ser y a la vez no ser, adoraba su simbolismo, sus risas esporádicas, su humor irónico y poco planificado, adoraba su tez, su ser, su bien, adoraba su alma, sus ojos y su cabellera oscura pero lisa y escurridisa como la misma agua. Pero paradógicamente, adoraba con mayor intensidad, su mal...o al menos eso pensaba.

Dreiden ahora reía, no con sentido del humor, reía sarcásticamente. -Como a ella tanto le gustaba- pensó en el mismo momento que sus dientes formaron parte de sus labios en curva, pero volvieron a su sitio de microsegundos de diferencia.

-ah claro, ahora es cuando mis propios demonios me atormentan-repetía una y otra vez-y recuerdo aquellas frases absurdas que tanto la caracterizaban-ahora Dreiden sí reía, y con ganas, tal y como lo había hecho unas cuantas horas antes.

-bella noche para morir, como destinada en el mismo momento en que se puso en el enorme firmamento y mi madre me parió.-tomó un poco de vino que tenía a su lado y prosiguió-oh! Clarissa, como si supieras lo que iba a terminar haciendo.

Unas horas antes, Dreiden ya había clavado en su humilde corazón una pequeña daga, tal y como los verdaderos románticos lo recomendaban. Y no sólo eso, sino que también había preparado su exquisito y codiciado coctel de muerte con el que, aunque no planeada sustancia, concluiría su esperada velada. Porque como buen compañero sentimental, también sería el cómplice esperado de toda bella mujer a la hora de partir.

Esperaría hasta la medianoche, un minuto para tomarlo y concluir como historia digna de ser contada al final. Y aunque su fama no fuera pura, o al menos real, sí sería efímera en el mundo mortal, pero su alma gemela, media naranja, destino, como quisieran llamarla, esperaría al otro lado de la línea con los brazos abiertos, pecho cubierto en sangre, y rostro pálido para dar el toque final a aquel relato de incógnitas en el cual el único se sabía su verdadera naturaleza era él.

-Uno, dos, tres- Dreiden alzó su copa, la bebió hasta el fondo y dio por terminada la tortura en su propio interior. Unos segundo después su mano cayó frente a la nota que tanto había querido mostrar al mundo:

Mientras las palabras del ser más inteligete del mundo fueron escuchadas por una criada que no pudo ni entender en traducción, las mías serán consisas, y que aquel digno de entenderlas comprenderlas podrá, porque aunque el mundo gire alrededor, un ser superior ha de mirar en retrospectiva y también voltear.

nózaroc sóida, oñirac sóidA. Onimret adiv imnoc oserop, selicáf soter sol natsug emon ím A.

jueves, 6 de enero de 2011

JUEGO DE AMORES
Oh viejo Sol y pequeña Luna
ambos luz pero una sola oscuridad
mira al cielo muy brillante,
mira al sol poca paz.

El destino os ha separado,
pero el eclipse ha de llegar,
Luna Sol o Sol Luna,
un pequeño lapso de felicidad.

Basta ya de soslayos tarde,
o de temprano un segundo encontrar,
ingenuas miradas, ingreíble,
nunca han de bastar.

Crean puertas,
buscan llaves,
mandan mensajes entre lugares.

Y aunque bello resplandor contienen
o inpensables misterios lleven,
ni uno ni otra verán
aquellos rayos incensatos
que la distancia,
en su caja infinita de recuerdos,
en forma de dos mortales,
ha de bajo llave encerrar.

Catalina Rodríguez