lunes, 15 de marzo de 2010

CUENTO CORTO SEMANAL.

Cruz

Entre tanto tedio y días que son pura angustia. En ese rincón con una ropa arrugada, pasillo largo y muebles inclinados. Soportar el aire fresco como una campera que no abriga lo suficiente y que - encima- atenta contra la soltura de los brazos. Sumergido en aquel río revuelto que marea. Pensar en aquellas frases inconclusas, errores permitidos y mil obligaciones sin cumplir que no se cumplirán. Querer que todo sea una mentira, y/o una simple pesadilla, aceptando - de igual manera- que hoy no se podrá dormir sin despertar por la mitad. Saber que ayer fuiste olvido, hoy un recuerdo macabro y más tarde llanto. Entre todo eso, encontrar la manera de escribir lo sagrado en una hoja imaginaria, y chocar contra un rompecabezas mental sin anestesia. Perder entre tantas piezas indefinidas, tantas voces, y lograr cerrar los ojos, como una tregua momentánea.


Sucede que entre tantos puntos que nublan la vista, entre tanto ruido, entre todo eso, entre tanto y tanto - cíclicamente - volvés a toparte conmigo.


De allí llegan días de sol, rincones sin basura, pasillos con libre paso y cuarto ordenado. Un aire cálido abraza el cuerpo y aquella ramera se archiva en el placard. El río invita a nadar - entre diálogos amenos y libros para leer -. Cumplir con la agenda semanal, dormir después de tener buen sexo, mimitos y agua mineral. Maquinalmente todo parece una mentira, una realidad parecida a la ficción, un sueño remoto que te hace babear la almohada. Aquello sucede - parece -, sin importar que el día se figure más placentero que de costumbre, sin contar que ayer conversamos, que hoy nos encontramos y después reímos. Entre todo eso, lograr dibujar tu sonrisa matinal en mi frente, para quedar mudo ante tanta cosa excesivamente feliz. Sucumbir por abrazarte, sin querer abrir los ojos y terminar despertando.


Sucede que entre tanto y tanto: la risa amena, la suave brisa y la tranquilidad del momento, ocurre que te pierdo de vista, como un chasquido de dedos.


Entonces vuelvo a patalear, intento soltarme de unos nudos que me asfixian, como una pesadilla que te impide escapar.


Quiero...me quedo, en una inacción perpetuas.
Esperando toparme con vos, otra vez.

Anónimo.

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